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Last Assault

miércoles, 29 de enero de 2014

Népheret

Nombre
Lisbeth Henshow

Apodo
Lis, Népheret o Nephie

Edad
22 años

Personalidad
Es un chica rencorosa, a la que le gusta causar dolor psicológico a toda persona que le rodea. No sabe admitir sus derrotas con mucha facilidad, pero en cuanto algo así ocurre, guarda las apariencias, sonríe, y prepara su "venganza".
Consigue todo cuanto se le antoja, y si no cumple sus deseos o caprichos, es capaz de lo imposible por lograrlos. Es odiosa y vengativa. En público, se muestra como una chica dulce y agradable para aparentar, pero en cuanto te das la espalda te apuñala con gracia y soltura, y sin importarle los sentimientos ajenos.
Es el sarcasmo personificado. Nunca sabes lo que está pensando porque nunca deja que lo llegues a conocer a fondo. Mantiene una sonrisa tranquila, sin alterarse ante nada, si lo ves desde fuera te daría la impresión de que es una chica simpática y amable. No más equivocado. No ayuda a nadie sino saca algo a cambio, le gusta hacer tratos y suele engañar a la gente en apuestas o juegos. No confía en nadie.
Le molesta mucho la gente inocente, se aprovecha de ellos porque los encuentra estúpidos. Tiene la manía de poner mucho los ojos en blanco cada vez que algo le resulta estúpido. Es impaciente, pero no lo aparenta. Es la chica que sonríe dulcemente mientras te insulta, toda cubierta bajo una preciosa capa de ironía cruel.

Cínica, con un carácter sumamente manipulador, además de con un ligero sentido de la perversión, sabe hacer valer sus atributos y su sensualidad para conseguir favores ajenos

Descripción física/imagen
Delgada, pero bien tonificada y proporcionada, no vayas a pensar que es una tabla de planchar, pues sus pronunciadas curvas te dirán lo contrario. Senos firmes y bien puestos, seguidos por un abdomen visiblemente plano del cual solo sobresalen los dos huesos del oblicuo, dotándola de un torso realmente atractivo y sensual.
Sin duda sus rasgos desbordan pura sensualidad por partes iguales, de gran armonía, debo decir. Rostro ligeramente ovalado en el cual destacan unos labios carnosos y brillantes, maquillados usualmente de algún tono rojo.
Poseé una nariz pequeña y recta, sin ningún tipo de pronunciamiento ni anormalidad junto con unos pómulos pronunciados. A través de sus pobladas y densas pestañas podrás ver su iris de una extraña tonalidad fucsia.
Para finalizar te describiré su cabello, La zona a la que Lisbeth dedica más cuidado.
Brillante, suave y sedoso. Así es siempre al tacto. Frondoso y abundante, le llega aproximadamente a la cadera, cayendo en forma de ondas, especialmente en las puntas. ¿Su color? Es natural, pues nunca le llamó la atención teñírselo, su tonalidad es roja, burdamente hablando. Si describimos con acierto, podemos decir que posee el color del vino, de un tono exactamente burdeos, con retazos cobrizos.
¿Un dato curioso? Sus perforaciones en la oreja izquierda. Lleva numerosos aros de plata brillantes.


























Breve historia
Es algo en lo que estoy trabajando ~

domingo, 26 de enero de 2014

Prólogo

“La joven, cubierta por su hábito de monja y agarrando su crucifijo con fuerza, corría en la oscuridad del profundo bosque, mirando a sus espaldas cada vez que su carrera lo permitía. Buscaba, ansiosa, el pequeño santuario que la salvaría de aquel ser.
Su respiración era entrecortada, le costaba coger aire para llenar sus pulmones. Entonces divisó las escaleras, presididas por la cruz de madera que protegía el lugar. Aceleró su carrera, feliz de poder protegerse. Pronto podría salvarse ¿Quién la había mandado a rezar por la noche en el bosque para estar más tranquila y en paz con la naturaleza? Había sido una estúpida al pensar que el simple crucifijo que llevaba la protegería.
Estaba tan ocupada con sus pensamientos, que no vio la gruesa raíz que la hizo tropezar. Al caer, notó como su túnica se rasgaba y sus piernas resultaban heridas. Intentó levantarse, pero un dolor insoportable en el tobillo se lo impidió, quemando toda su pierna hasta el muslo ¿Por qué le pasaba justo en ese momento? Le quedaba tan poco. Dos metros como mucho. Decidió arrastrase tan rápido como sus brazos se lo permitiesen.
Tan solo quedaba un metro cuando escuchó los pasos. La túnica se le estaba manchando de barro. La chica comenzó a sollozar, para dar paso a un llanto incontrolable que caía, en gruesas lágrimas sobre sus mejillas. Le quedaba menos. Veinte centímetros. Si solo tocaba el crucifijo se salvaría. Tan solo tenía que recorrer diez centímetros más. Solo diez. Si los conseguía avanzar antes de que la atrapase.
La joven sonrió. Se salvaría. Solo tenía que arrastrarse una vez más, y conseguía ponerse a salvo. Alargó el brazo, y justo cuando estaba a punto de rozar la madera sagrada, sintió una opresión en los tobillos. Su gesto de alivio cambió a uno de horror cuando esa opresión tiró de ella y la adentró en la oscuridad. Los gritos de dolor de la chica se escucharon durante toda la noche…


Al día siguiente, en las puertas del monasterio de donde había salido la pequeña monja la noche anterior, un hombre dejó un pequeño y delicado cuerpo de una mujer, que agarraba con fuerza un crucifijo ensangrentado…”