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Last Assault

jueves, 7 de noviembre de 2013

Albus Potter y el espejo de Oesed

Prólogo: Noche tormentosa
Harry abrió los ojos exaltado y se llevó la mano a la cicatriz por puro instinto. Solo sintió la piel cálida y la textura de la herida en forma de rayo. Miró a Ginny unos segundos antes de levantarse de la cama y acercarse a la ventana. Descorrió la cortina y apenas pudo vislumbrar la calle de su hogar tras la gruesa cortina de agua que caía. Tras todos los sucesos, Harry y su familia se habían mudado a Godric Hollow, a una agradable casa de dos pisos, cerca de la iglesia. Suspiró y deslizó la mano por el cristal. Salió de la habitación si hacer ruido y se paseó por el pasillo hasta el cuarto de su hija Lily. La pequeña dormía plácidamente, abrazada al pequeño cachorro que habían encontrado de vuelta a la casa, tras dejar a sus hijos en King Cross. Se desplazó hasta la habitación de su hijo mayor. Los estandartes de Gryffindor adornaban las paredes, junto con una foto del equipo de quidditch. Su chico se había convertido en uno de los cazadores en su segundo año de Hogwarts, y portaba orgulloso su título. Por último, fue a la habitación de su hijo menor. Albus no tenía ningún estandarte de las casas del colegio. Aquél era su primer año, y en esos momentos estaría durmiendo en las habitaciones de su casa.
-Estará bien, no te preocupes- la voz de Ginny lo sacó de sus pensamientos. Se giró con una sonrisa cansada y besó su frente.
-Lo sé…Albus es un buen chico- murmuró, abrazándola- Pero no es eso lo que me preocupa-
-¿Te duele la cicatriz?- Ginny abrió los ojos como platos, con la preocupación dibujada en ellos.
-No es eso…pero he sentido algo extraño- contestó él. Desvió la mirada hacia la cama de su hijo.
-Habrá sido una pesadilla. Lo que ocurrió hace 19 años fue demasiado para ti, demasiado para todos. Es normal que de vez en cuando tengas alguna pesadilla- razonó su mujer. Harry esbozó una sonrisa tierna y la besó con suavidad.
-Si…seguro que es eso- murmuró, mirando por la ventana, más allá de la lluvia.
Escucharon un sonido provenir de la habitación contigua. Harry reconoció el familiar "crac" que producía aquél ruido y sonrió. Ambos se miraron, con una mezcla de diversión y complicidad. Salieron de la habitación de Albus y se metieron en la de invitados, donde encontraron a un chico de unos 19 años, con el cabello azul alborotado y los ojos de un gris oscuro. Ginny carraspeó y el chico dio un respingo:
-¡Maldita sea! ¡Avisad antes de darme esos sustos!- gruño. Ambos rieron ante la reacción del chico.
-Teddy... ¿qué horas son estas de llegar?- inquirió la pelirroja, alzando una ceja. El chico se sonrojó y se pasó la mano por el pelo, revolviéndoselo más. Harry sonrió al recordar a otro mago que solía hacer eso muy a menudo.
-Me entretuve. Dung me invitó a hidromiel- se excusó el chico.
-¿Mundungus?- repitió Ginny, incrédula. Teddy asintió con un resoplido. Sabía que Mundungus Fletcher no le caía en gracia a la mujer que tenía frente a él.
-No hay ningún problema- farfullo el peliazul, poniéndose rojo.
-Baja la voz Teddy- pidió Harry- Lily está durmiendo- explicó. El chico abrió la boca pero se decidió por cerrarla.
-¿Puedo irme a dormir ya? Estoy hecho polvo- Ginny quiso protestar, pero Harry colocó una mano sobre su hombro y la chica se calmó.
-Ponte el pijama Teddy, antes de que te haga el maleficio de los mocomurciélagos- bromeó Ginny mientras salía de la habitación. El joven la siguió con la mirada y soltó un suspiro de alivio.
-¿Cómo puedes convivir con ella?- preguntó, alzando una ceja.
-Por amor Teddy- contestó Harry, con la intención de volver a su habitación- Buenas noches- comentó, antes de salir.

Se encontraba en la Madriguera. Habían pasado dos semanas desde la batalla acaecida en Hogwarts, y la tranquilidad reinaba en el mundo mágico y humano. Harry acababa de llegar de visitar a sus tíos, que habían vuelto a Privet Drive. No es que hubiese sido la mejor reunión entre ellos, pero aunque sea Dudley se había comportado con educación. La señora Weasley sirvió el desayuno y Harry fue el primero en sentarse. Seguidamente apareció Ron, junto con Hermione, cogidos de la mano. Ginny iba detrás de ellos, hablando en susurros con George. El señor Weasley entró a la cocina desde la puerta del jardín acompañado por Percy y Charley. Todos comieron en silencio. Harry, por primera vez, se sentía incomodo entre los Weasley, pero lo atribuyó al hecho de que uno de ellos había muerto por su causa. La falta de Fred era palpable entre todos ellos. George no mostraba los ánimos de antaño, y la señora Weasley estaba más callada que de costumbre, porque no reñía a los gemelos. Fue el primero en terminar de desayunar y se levantó para recoger los platos:
-No hace falta Harry, querido, ya lo hago yo- murmuró la señora Weasley. Harry se quedó parado mientras sus platos volaban hacia el fregadero- Puedes subir a cambiarte p-para el funeral- añadió. Harry se quedó parado ante la mención del acto. Se había olvidado de que esa tarde sería el funeral de Fred, Lupin, Tonks y varias personas más. Subió a la habitación de Ron y sacó su túnica de gala del baúl. La miró compungido. Por su culpa iban a hacer un funeral. Por su culpa iban a enterrar a grandes personas que no merecían haber muerto. Personas buenas que tendrían una vida que vivir, una familia que formar, un futuro que crear. La mañana paso muy rápido para Harry. Pronto se vio dentro de un coche mandado por el Ministerio junto a todos los demás. Se sentó entre Ron y Ginny, que se mantenía firme. El chico entrelazó los dedos con los de la pelirroja, que le miró agradecida por su gesto. No tardaron mucho en llegar al cementerio donde iban a enterrar a las víctimas.
Harry vio de reojo a Aberforth Dumbledore, junto con Hagrid. También avistó a Oliver Wood, y a Neville acompañado por Luna. Dean Thomas, Seamus Finnigan, Lavender Brown (que había conseguido recuperarse a duras penas del ataque), las gemelas Patil, Dennis Creevey, a Bill y Fleur Weasley, los profesores de Hogwarts (McGonnagall, Sprout, Flitwick, Trelawney, Slughorn...), varios empleados del Ministerio, entre ellos el mismo Ministro Kingsley Shacklebolt, miembros de la Orden del Fénix, Madame Maxime, Firenze, Grawp, varios elfos domésticos de las cocinas de Hogwarts, incluido Kreacher. Todos los que habían ayudado a Harry en sus años en Hogwarts, todos los que le habían ayudado durante su vida. Se sentó en la primera fila, junto a Hermione y la señora Weasley. Los ataúdes estaban colocados tras el mismo mago que había presidido el funeral de Albus Dumdeldore. Soltó una perorata de palabras sin sentido. Él no sabía que significaban los cuerpos que descansaban a sus espaldas. De pronto sintió una sacudida y miró a Hermione, que le señalaba la tarima y al mago con el brazo extendido, señalándole el lugar que había ocupado instantes antes. Recordó su promesa de hablar en el funeral. Se levantó con algo de lentitud, retrasando el momento de su improvisado discurso. En cuanto estuvo de cara a todo el mundo, lo único que hizo fue fijar su vista en Ginny, que le infundía ánimos a través de sus ojos oscuros.
-Estamos hoy aquí para despedir a muchas personas que han sido especiales para nosotros. La maldad de Voldemort nos ha arrebatado a amigos, familia, amores. Ha despojado a hijos de sus padres, a padres de sus hijos, a amigos de sus amigos, y a personas de la gente amada. Fred Weasley era una de las personas más...- observó a la familia, como esperando su consentimiento para hablar, pero las lágrimas de agradecimiento de la señora Weasley y el asentimiento del señor Weasley le infundió fuerzas-... Fred Weasley era todo un buscalíos...y una de las personas más valientes que he podido conocer. Él y George- le dedicó una mirada agradecida al gemelo- me ayudaron cuando lo necesitaba, me mostraron formas de...- rió con tristeza al recordar su tercer año, cuando consiguió el mapa de los Merodeadores de sus manos-...formas de escapar de Hogwarts. Remus Lupin fue el mejor profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras que hemos tenido. Me enseñó a hacer mi patronus y a enfrentarme a mis miedos. Fue un hombre valiente, y me alegro muchísimo, que al final de su vida lograse encontrar la felicidad que se merecía- en ese momento miró a Andrómeda Tonks, que mecía con suavidad a Teddy Tonks. La mujer dirigió su mirada de párpados caídos a Harry. estaban llenos de tristeza y bondad- Nymphadora Tonks, fue una bruja maravillosa, obstinada, terca...pero poderosa y habilidosa. Lamento...lamento tanto sus muertes...- sintió como las lágrimas se deslizaban por sus mejillas- No debería haber pasado esto...pero los recordaremos. Los recordaremos a todos. A Fred, a Remus, a Tonks, a Colin Creevey, a todos esos estudiantes y personas que murieron defendiendo Hogwarts...y a Severus Snape- el nombre fue recibido por muchos con sorpresa- Severus Snape fue...uno de los hombres más valientes que he podido conocer, fiel a Dumbledore hasta el final- comprobó entonces que los ojos lo observaban con admiración. Un nudo se formó en su garganta- L-lo siento...n-no puedo seguir hablando- y tras eso, se volvió a sentar en su sitio, no sin antes dirigir una mirada de agradecimiento a todo el mundo, a todos aquellos que habían peleado a su lado, a todos sus amigos, compañeros, profesores...a todos y cada uno de ellos.


Harry se despertó a la mañana siguiente. El lado de la cama de Ginny estaba vacío. Se levantó y bajó al piso inferior, donde el aroma a tostadas y pastel de melaza le embriagó. Ginny agitaba la varita con delicadeza para deleite de Lily, su hija pequeña. El cabello pelirrojo caía sobre sus hombros. El moreno las observó con cariño, con amor. Eran su familia. Eran lo más importante del mundo para él. Se abalanzó sobre su hija, que rió divertida ante la aparición de su padre. Ginny los observo con una sonrisa dibujada en el rostro, mientras las tartas volaban a la mesa y Teddy Lupin bajaba las escaleras.

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