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Last Assault

sábado, 24 de agosto de 2013

Cinderella [4ª Parte]

Jamás quieras declarar tu amor, amor que jamás declarado ha de ser; pues el viento suave sopla silencioso, invisible.
-William Blake


Me incorporé velozmente tapándome con la chaqueta del rubio. Me paralicé al ver la cabellera roja de Castiel y sus ojos plomizos. Nos miró a Nathaniel y a mí alternativamente, y pude ver algo que se me antojó odio con el rubio, pero dolor hacia mí. A mi lado el delegado se levantó haciéndose con su ropa y se vistió lo más rápido que pudo, pero Castiel solo tenía ojos para mí:

-Veo que estás ocupada…así que no valía la pena venirte a buscar…- murmuró. Sentí esas palabras como una puñalada, y me eché a temblar. La sala se había enfriado de repente, y Nathaniel se colocó delante de mí, con los pantalones puestos, pero el torso desnudo.

-Déjala en paz- espetó, con la voz llena de rabia. Me incorporé como pude y me coloqué la chaqueta de Nathaniel por encima para no mostrar mi cuerpo.

-¿Ahora que ha estado con ella pretendes ordenarme cosas?- dijo el pelirrojo alzando una ceja, divertido- Vaya, que machito eres- ironizó. Vi volar el puño de Nathaniel hacia el rostro del pelirrojo, que se impulsó hacia atrás del golpe. Miró al chico con ira y le devolvió el golpe. Entonces yo reaccioné, poniéndome entre ellos.

-¡¡Basta ya!!- exclamé, frunciendo el ceño. Castiel soltó una carcajada.

-¿¡Por qué le defiendes?- exclamó.

-¿¡Y por qué no!?- rebatí. Me miró con una mezcla de asco y dolor, que me hizo trizas el alma.

-¿Ahora estás de su lado?- preguntó. Yo me mordí el labio.

-Esa no es la cuestión Cast- murmuré. El frunció el ceño y me agarró del brazo, haciendo que soltase las solapas de la chaqueta, lo que provocó que se abriese. Él contempló mi cuerpo y tragó saliva, sonrojado. Me soltó de golpe y yo pude resguardarme de nuevo.

-¿No te bastaba conmigo no?- inquirió dolido. Me encogí sobre mi misma- También tienes que acaparar al delegado…quién sabe cuando irás a por Lys…- le di una bofetada, lo más fuerte que pude, dolida por la pulla. Era la primera vez que algo así me afectaba. Normalmente Savannah solía hacer esa broma, y la ignoraba…pero Castiel…él era diferente. Sentí los brazos de Nathaniel rodeándome.

-Retira eso- escupió, lleno de rabia. Me abrazó más fuerte al sentir que empezaba a temblar.

-¿Por qué debo hacerlo?- preguntó. Me deshice del abrazo del rubio y me encaré a mi amigo. Sentía las lágrimas cálidas deslizarse por mis mejillas.

-Porque lo que hemos tenido tú y yo durante todo este tiempo ha sido una amistad con derecho a roce. Y lo que he empezado con Nathaniel es una relación propiamente dicha, así que ya te puedes olvidar de que hubo un “nosotros” en el pasado de cualquier manera. Ahora, lárgate, no quiero verte ni un minuto más ¿te ha quedado claro?- espeté, temblando. El pelirrojo me miró largo y tendido, de manera pausada, asintió y se dio la vuelta.

-Entendido- y tras eso se marchó. Yo me quedé ahí, de pie, junto a Nathaniel, con un nudo en la garganta y sintiendo un vacío en algún lugar de mi corazón…


-¿Cómo es que vienes conmigo?- pregunté a Katherine, alzando una ceja. La chic ni me miró.

-Ayer debieron cenar algo malo, porque todas mis amigas se quedan en casa malas del estómago- explicó, frunciendo el ceño. Yo asentí lentamente y continué escuchando música, pero a los cinco minutos sentí un tirón en la manga de mi camiseta. Me giré a Katherine.

-¿Si?- pregunte con un tono algo brusco. Pero al ver sus ojos anegados en lágrimas rectifique- Eh ¿estás bien?- pregunté. Ella negó con la cabeza.

-E-es por Savannah…- murmuró. Pensé que estaría preocupada por su hermana, pero las palabras que dijo a continuación me hicieron recapacitar- E-Ella me ha d-dicho q-que me olvide d-de Lysandre, p-porque va a s-ser suyo- sollozó. Sentí como la rabia crecía en mi interior… ¿cómo se atrevía a decirle eso a su hermana pequeña? Tenía entendido que Lys era el primer amor de Katherine. Titubeando, la rodee los hombros con mi brazo y la abracé con delicadeza.

-Tú no te preocupes…a Lys no le van las tías como Savannah…él es más de gustos sinceros e inocentes- expliqué, mirándola a los ojos. Ella parpadeó un par de veces.

-¿A qué te refieres?- preguntó.

-Que tú tienes muchísimas más posibilidades de conquistar a Lys que tu hermana- aclaré, ganándome una mirada ilusionada.


Castiel ni se dignó a mirarme en cuanto me senté a la mesa junto a él y Lysandre, que por su lado me saludo con su habitual cortesía. Su mirada se desplazó a Katherine:

-¿Podría saber por qué cuanto con tan inocente y dulce presencia?- murmuró el albino, ganándose un rubor por parte de Katherine.

-Savannah y el resto de la pandilla están malas, así que me toca cuidar de Katherine- aclaré. En ese momento llegó Nathaniel, que saludo a mi hermanastra y a Lysandre, dirigió una mirada de odio a Castiel, y se agachó para besarme con suavidad. Escuché como Katherine ahogaba un gemido, y vi a Lysandre alzar una ceja, pero no hizo ninguna pregunta al respecto. Comimos los cinco juntos en silencio, un silencio tan patente que se podía cortar con un cuchillo. Aún con los intentos de Lys para relajar la situación, no se pudo hacer nada.

Tras la comida, Katherine se vino conmigo y con Nathaniel y Lys y Castiel fueron por su lado. Fue un día como otro cualquiera, salvo porque ahora quién me acompañaba era Nathaniel (que se había convertido en mi novio), Castiel y yo nos odiábamos, y mi hermanastra iba conmigo todo el rato. Sí, un día como otro cualquiera…


-¿Una charla?- pregunté a Nathaniel, guardando los libros de primera hora en la taquilla. El rubio asintió y entrelazó sus dedos con los míos. Ya había pasado un mes desde que comenzamos a salir, y todo el mundo, incluidas Amber y sus amigas, que me miraban con odio cada vez que me veían. Lo único positivo era que la convivencia en casa se había relajado. Al empezar mi relación con Nathaniel, Savannah me había dejado en paz por el tema de Castiel y Lysandre, y Katherine hablaba conmigo más a menudo para conocer mejor al albino.

-Va a asistir toda la escuela- explicó. Yo asentí para dejarle claro que comprendía la situación. Apreté su mano con más fuerza y suspiré- ¿Ocurre algo?- preguntó. Negué débilmente con la cabeza.

-No, nada. Solo que anoche me acosté algo tarde porque estuve estudiando, nada más…- volví a suspirar, y él coloco una mano sobre mi frente. La apartó enseguida.

-¡¡Estás ardiendo!!- quise decirle que no era nada, pero antes de poder abrir la boca vi como el suelo avanzaba hacia mí, y luego, oscuridad…


Abrí los ojos y los cerré instintivamente ante la luz fluorescente de la enfermería. Me incorporé con cuidado y me encontré con la mirada de la enfermera.

-Te quedarás aquí hasta que acabe la charla. Después te daré unos antibióticos y te irás a casa- declaró. Quise decirle que no, que yo quería ir a la charla y sentarme con Nathaniel, pero no tuve fuerzas más que para toser y caer rendida sobre la cama. Me puso un paño de agua fría sobre la frente, y se marchó, dejándome sola….aunque a los diez minutos se abrió de nuevo la puerta.

-¿S-se le ha olvidado algo?- pregunté, incorporándome con dificultad. Me quedé callada, sin saber si era por la fiebre o real el chico que estaba allí.

-¿Te encuentras mejor?- preguntó Castiel, sentándose a mi lado. Le miré consternada, y alcé una mano hacia su rostro, que acaricié sin dificultad. Di un gritito- ¡Eh! ¿Qué ocurre?- preguntó, con una sonrisa.

-Eres de verdad…- murmuré. El se rió divertido por la situación.

-Pues claro que soy de verdad pazguata- se burló con una sonrisa. Yo fruncí el ceño.

-¿Qué haces aquí? ¿No se supone qué debes estar en la charla?- pregunté.

-Como si me importase- murmuró, alzando su mano hacia mi pelo y acariciando un mechón. Me estremecí, sin saber si era por la fiebre o por su contacto…lo había añorado tanto.

-¿Qué haces aquí?- repetí. Él me dedicó entonces una mirada indescriptible. Con cuidado, me cogió en volandas y me llevó a la mesa de la enfermera, donde me sentó.

-He venido a verte…- murmuró, besando mi mejilla – He venido a estar contigo…- a continuación fue por el cuello.

-Cast…detente- supliqué, con voz débil. Pero él no me hacía caso. Sus manos, que habían reposado a lado de las mías, se ciñeron a mi cintura y me pegó con brusquedad contra la pared.

-No…he esperado mucho tiempo, demasiado…Quiero tenerte Max, y quiero tenerte ahora- yo me debatí sin éxito, mis fuerzas estaban al cero. Me besó con avidez, buscando mi lengua con la suya. Me apretó más contra la pared.

-Castiel por favor…yo e-estoy c-con Nathaniel- murmuré. El hizo caso omiso a mis palabras. Me volvió a besar, con más avidez, con más ansias, así que cerré los ojos…


-Lo siento…- murmuró de pronto. Dejó mis muñecas libres de todo agarre, y me llevó en volandas a la cama, donde me arropó. Le miré. Estaba sonrojado, más que su pelo, y evitaba mirarme a los ojos- Lo siento de verdad…- murmuró de nuevo, antes de darse la vuelta. Instintivamente, le agarré de la manga de la chaqueta.

-¿Por qué?- fue lo único que pregunté. Si giró, y no vi más que tristeza en su mirada gris plomo.

-Porque me he dado cuenta demasiado tarde de que te he perdido para siempre Max…- susurró. Se dio media vuelta y se quedó parado en la puerta- Te quiero…- fue lo último que dijo antes de desaparecer…

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