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Last Assault

lunes, 19 de agosto de 2013

Cinderella [1ª Parte]



Bueno queridas lectoras, aquí traigo la versión sin censurar de la primera parte de mi version de "Cenicienta"
Espero que os guste <3

[Cinderella]
 “¿Te has sentido alguna vez invisible? ¿Te has sentido alguna vez ignorada? Es una sensación angustiosa, desalentadora…
Mi nombre es Max, pero en mi hogar, no soy más que una sombra, un rescoldo entre las cenizas…"

-¡¡MAX!!- abrí los ojos a regañadientes al escuchar aquella voz irritante. Alargué la mano hacia el despertador de mi mesilla de noche, y entre las figuras borrosas alcancé a distinguir unos números rojos que marcaban las seis de la mañana. Ahogué un gemido ronco de frustración y me tapé la cabeza con la almohada…- ¡¡MAX EL DESAYUNO!!- volví a escuchar la voz, y con un suspiro contenido me incorporé mientras me quitaba las sábanas de encima. Me levanté de la cama y me acerqué a la ventana para abrirla y ventilar el viciado aroma a tabaco que flotaba en el cuarto. Abrí la puerta y con pasos lentos me dirigí a la cocina a hacer el desayuno a mis dos horribles hermanas. La cabeza me martilleaba y lamenté haberme quedado hasta tarde en casa de Castiel bebiendo. Sé que hicimos algo más, pero una densa niebla nublaba mi mente sobre lo que hice la noche anterior. Seguramente no habríamos acostado. Cuando bebíamos solíamos hacer ese tipo de cosas, y a la mañana siguiente era uno de los dos el que lo recordaba.

Entre en la cocina y con un bostezo contenido me dispuse a hacer el café y las tostadas. Justo en el momento que terminé de prepararlo todo, Savannah apareció por la puerta. Era una chica menuda, pero de curvas generosas y prominentes, pelo azulado y ojos purpúreos. Como siempre, vestía de manera tan provocativa que Debrah, la ex de Castiel, parecía una santurrona a su lado. Tras Savannah entró Katherine, pequeña para su edad y ágil como ninguna. Se había recogido el rubio cabello en una gruesa trenza y sus ojos azules chispeaban de sueño.

-¿Has hecho el café bien esta vez?- me espetó Savannah. Yo me llevé la mano a la frente en un saludo militar.

-¡Señora, sí, señora!- solté, y luego, una risita aguda que no pasó desapercibida.

-¿Ya has vuelto a beber? Seguro que te has tirado a tu amigo ¿me equivoco?- me dijo, con una sonrisa desdeñosa. Yo fruncí el ceño.

-Aunque sea solo es uno. Tengo fuentes que confirman que tú te lo has hecho con el equipo de fútbol entero…y alguna que otra animadora- escupí, saliendo por la puerta antes de que replicara. Subí a mi habitación y me di una ducha rápida. Me vestí con una camiseta blanca de “Bullet for my Valentine”, un pantalón de cuero negro, una chaqueta del mismo color y material y unos botines oscuros.

En el baño, tras peinarme mi corta melenita negra, me quite el maquillaje, cosa que el día anterior no había podido hacer, y me preparé para ese día. Sombre de ojos oscura, rímel, raya bajo los ojos, pintalabios negro…y me fijé en un vistoso chupetón que tenía en el cuello.

Cast, te mataré” pensé para mis adentros mientras intentaba cubrirlo sin éxito con una base casi blanca, como mi piel. Desistí al quinto intento y me cogí un fular negro que me lo pudo cubrir sin problema “Y ahora sobreviviré a base de fulares…que divertido

Cogí mi mochila, saqué de debajo del colchón el paquete de tabaco que me eché al bolsillo, y bajé de nuevo a la cocina, donde los platos me esperaban para ser fregados. Miré mi reloj y comprobé que eran las siete…tenía tiempo para llegar a la universidad:

-¿Por qué llegaste tarde ayer?- su voz me irritó, mucho más que la de Savannah. Me giré y contemplé a mi madrastra. Era bastante guapa para tener 47 años. Siempre había creído que guardaba una pócima de la juventud en su habitación, pero claro, eso había sido en segundo de la ESO, cuando yo no era más que una niñita inocente y mi padre aún vivía.

-Tenía ensayo del grupo, y Lysandre hizo que practicásemos las canciones dos veces más- expliqué. Y no era mentira, solo que cuando íbamos a empezar el primer ensayo, su hermano mayor le llamó y tuvo que irse. Castiel y yo aprovechamos para relajarnos un poco. Entonces él sacó un par de cervezas de una nevera que tiene en su garaje, y después otras dos. Le acabé llamando soso y sacó una botella de vodka y un par de vasos de chupitos. Nos acabamos la botella en media hora, después de eso nos fumamos un cigarro y a partir de ese momento no recordaba nada más. Supuse lo que llevaba suponiendo toda la mañana y suspiré- ¿Puedo fregar ya los platos?- pregunté, lo más educadamente posible. Ella frunció el ceño pero asintió y se marchó. Yo ahogué un gemido de frustración y fregué los platos con tanta furia que al terminar sentía las manos doloridas. Salí de la casa, cogí mi bicicleta (sí, todavía uso bicicleta. No contamina y hago ejercicio) y pedaleé velozmente hacia el único sitio donde me podía sentir bien.


-¡Castiel idiota!- exclamé al verle. Se giró justo antes de recibir un capón en su coronilla.

-¡Ouch! ¿Tú eres tonta o que te pasa?- me espetó, frunciendo el ceño. Le arrebaté el mechero de las manos y me encendí un cigarrillo mientras me quitaba el fular.

-Esto genio- le gruñí, señalándole el chupetón. Él rompió a reír.

-Oye, échate la culpa a ti misma, yo te dije que no era recomendable, pero insististe tanto que tuve que hacerlo- ronroneó. Yo alcé una ceja.

-¿Qué más hicimos?- pregunté, aun conociendo la respuesta.

-Lo que siempre hacemos cuando nos emborrachamos… ¿ese tatuaje lo tenías la última vez que…?-

-¡Vale, cállate! Y no, no lo tenía, me lo hice hace una semana- espeté, desviando la mirada del chico hacia nuestro amigo albino, que llegaba en ese momento. Al pararse, nos miró a ambos, y alzó una de sus finas cejas.

-¿Otra vez?- sentí como los colores se me subían al rostro.

-Así es- confirmó Castiel, llevándose un golpe por mi parte.

-¡No alardees!- le espeté. Lysandre suspiró y nos miró con sus ojos bicolores.

-Debéis acabar con este juego, solo os digo esto. No podéis acostaros cada vez que os emborracháis- nos pidió. Yo me senté al lado de Castiel y desvié la mirada.

-Es “ADR” Lys- murmuré, dándole una calada al cilindro para después expulsar el humo lentamente.

-¿“ADR”?- el albino parecía confundido.

-Amistad con Derecho a Roce- expliqué. Y es que era cierto. Ni el pelirrojo ni yo teníamos pareja, y nos atraíamos irremediablemente, así que pactamos  el tener “ADR”; sexo sin nada de sentimientos para no echar a perder la amistad.

-Haced lo que queráis, yo voy a entrar ya- dijo el chico dándonos la espalda y adentrándose en el edifico. Le di una calada más al cigarrillo y lo tiré al suelo. Ni rastro de mis hermanastras, cosa que agradecí. Incliné la cabeza hacia atrás y cerré los ojos…

-¡Max y Castiel, adentro ahora mismo!- por el gruñido de Castiel averigüe que se trataba de Nathaniel, el delegado. Le miré por encima del hombro.

-¿Y si no queremos?- le gruñí. No me llevaba mal con él, pero me sacaba de mis casillas que se me dijese eso cuando me moría de sueño.

-Daré parte al decano, y ya tenéis bastantes faltas que te he pasado por alto Max- respondió. Suspiré, dándole la razón. Al contrario que al pelirrojo, a mi no me odiaba, y si podía me librara de alguna falta que cometía para no cumplir el castigo. Me levanté y cogí a Castiel del brazo.

-Vamos…- murmuré. Pero el chico se había clavado en el asiento y miraba con odio a Nathaniel.

-Que venga el principito- espetó. Miré a Nathaniel, que frunció el ceño y se acercó a nosotros.

-Entra al edifico Castiel- sentí la rabia contenida de su voz. El pelirrojo se levantó en toda su envergadura. Era más alto que Nathaniel. Mientras que el rubio medía aproximadamente 1,82 cm, Castiel llegaba al metro noventa y uno. Fruncí el ceño ante la hostilidad de ambos y m coloqué en medio, separándolos.

-Vale machitos, la testosterona se ve en el aire que circula entre vosotros como campos magnéticos, así que ya está bien por hoy, ya habéis demostrado toda vuestra hombría, así que dejad de mediros la polla para ver quién es el más macho y entrad en el maldito edifico para que no tenga el día jodido- espeté, enfadada. Ambos chicos me miraron sorprendidos, pero Castiel se echó la mochila a la espalda y se marchó enfurruñado.

-Gracias…- murmuró Nathaniel.

-No hay porque darlas… - le respondí, con una sonrisa…


-Hasta mañana muchachos- se despidió el profesor Widget cuando el reloj marcó las dos de la tarde. Reprimí un gran bostezo y recogí mis cosas para largarme de allí. Castiel, Lysandre y yo habíamos quedado para comer. Mientras avanzaba por los pasillos esquivando a todo el mundo y dirigiendo gesto maleducados a toda persona que me mirase mal, bufé al recordar lo ocurrido ayer con el pelirrojo…

[Parte censurada]

Habíamos tomado demasiado vodka. Estábamos tumbados en el sofá, dándonos suaves besos. Yo le sonreía y le llamaba “pelirrojo idiota” y él me respondía mordiéndome el labio. Entonces me senté a horcajadas sobre él:

-Hazme un chupetón- murmuré, mordiendo el lóbulo de su oreja. Sonreí al sentir esa familiar presión de su erección en mi muslo.

-No creo que sea seguro…- respondió él, hundiendo su cara en mi cuello- ¿Y si te lo pillan?- preguntó.

-¿¡Qué más da!? ¡Qué me lo pillen!- susurré, sonriendo como una boba. El chico me devolvió la sonrisa y deslizó su lengua por mi cuello, arrancándome un gemido de satisfacción, y se dispuso a besar el lugar elegido.

Chupó con fuerza, y pudo pasar unos cinco minutos. Cuando se separó, me sonrió:

-Soy un artista- murmuró contra mi oreja, haciendo que me estremeciera.

-Hagámoslo ya- le espeté. Él pelirrojo me dedicó una sonrisa seductora.

-¿Tanto quieres?- pregunto. Le acallé con un beso y me quité la camiseta sin esfuerzo alguno.

-No sabes cuanto- murmuré. Elevó las manos hasta mis pechos cubiertos por el sujetador de encaje burdeos y comenzó a moverlos en círculos

-Siempre has tenido unos pecho preciosos ¿lo sabías?- preguntó. Yo lamí su cuello y sonreí

-Me lo dices cada vez que lo hacemos tonto- me burle yo. El me devolvió la sonrisa y agarró entre sus dedos mis pezones, provocándome un dulce pero perceptible gemido.

-Así que esto te gusta ¿eh?- preguntó, apretando con más fuerza.

-Quítamelo- le ordené. Él se limitó a acariciarme la espalda

-No soy tu esclavo- murmuró, inclinándose hacia delante para besar mis pechos.

-Quítame el maldito sujetador joder- gruñí, moviendo las caderas de arriba a abajo para sentir la erección del chico. No solía comportarme así normalmente, pero cuando bebíamos, nuestras emociones y deseos se despertaban para dar paso a las hambrientas personas en las que nos convertíamos. Por fin, Castiel me desabrochó el sujetador y volvió a coger los pezones.

-Son más grandes de lo que recordaba- dijo el pelirrojo sonriendo. Cogió uno con la boca mientras que con la mano retorcía el otro sin piedad. Yo sonreí levemente mientras gemía por cada retorcida. Me separé de él, ganándome un gesto de confusión. Le dediqué una sonrisa y me puse de rodillas en el suelo entre sus piernas.

-Me toca a mí- murmuré, deslizando mis manos por sus muslos. Llegué hasta su entrepierna, donde me detuve unos momentos para rozar su erección y luego, tras bajar la cremallera, saqué su miembro y jugueteé con él. Entonces fue su turno de ahogar un gemido. Su voz se había tornado áspera.

-¿A qué esperas?- murmuró. Yo sonreí, me incliné y rocé la punta con mi lengua. Sabía salado, pero sus gemidos me dieron cancha a hacer aquello. La temperatura en la habitación iba ascendiendo cada vez más, hasta el punto en que me separó de él y me tumbó en el sofá- Se acabó tu turno- murmuró, deslizando su mano por mis piernas hasta llegar a mi tanga. Comenzó a rozar los labios con suavidad, y luego, con un dedo retiró la prenda e introdujo un dedo, que movió de adelante a atrás para mi deleite. Cuando introdujo un segundo dedo mi espalda se arqueó. Cada vez iba más deprisa, mas hondo...y entonces paró y noté el peso de su cuerpo- ¿Preparada?- murmuró. Yo asentí, rodeando sus hombros con mis brazos y atrayéndolo hacia mí para besarle. Pero entonces lo separé.

-¿Preservativo?- pregunté. Él sonrió, se levantó y de su cartera cogió un pequeño paquete del que sacó el protector. Se lo puse con una lentitud pasmosa, haciendo que se impacientara, hasta que por fin me volví a tumbar y lo atraje hacia mí.

La primera embestida hizo que me separara, obligándome a poner la boca sobre su cuello para reprimir el gemido. La segunda ya no lo oculté, y él tampoco. No se cuanto tiempo estuvimos. Cada vez que hacíamos eso el mundo se detenía, pero en todo momento lo sentí dentro de mí y eso me llenaba de una manera extraña.

Cuando el momento del éxtasis llego, nos mantuvimos juntos durante unos momentos, exhaustos. Nos separamos y él cogió el profilactico y lo tiró a la basura.

-¿A qué hora te tienes que ir?- preguntó. Miré el reloj. Eran las ocho menos cuarto de la tarde.

-Debo estar en casa a las ocho...- anuncié, mientras me ponía la ropa interior y, a continuación las prendas que había llevado ese día. Sentí como Castiel me abrazaba por detrás.

-Oye... ¿y ese tatuaje del sol que tienes en el...?-

-Es la última vez que te dejo que usemos esa postura Castiel- le espeté. El rió, me dio la vuelta y me beso, rozando de nuevo la zona del pantalón donde me sentía más vulnerable.

-Eso dices siempre...- murmuró, antes de despedirse con oto beso...

[Fin de la parte sin cesura]

Me senté en la mesa junto a ellos al llegar a los jardines:

-¿Qué tenéis hoy?- pregunté. Castiel dejó caer un par de paquetes de galletas sobre la superficie de madera.

-Las locas de mis vecinas a8c y Chuchi6 me pillaron con un bocadillo de pollo…la segunda me hecho la bronca del siglo, y la primera lo cogió y me metió  esto en su lugar- espetó malhumorado. Yo sonreí. Chuchi6 y a8c eran las vecinas de Castiel desde hace unos cuatro años. La primera iba a 1º de bachillerato, y la segunda a 2º de ese mismo curso. Las había conocido un día y la verdad me resultaban bastante majas. Lysandre, por su lado, dejó con cuidado sobre la mesa una fiambrera color morada, que tenía escrito en la tapa “La Rosa Púrpura

-¿Por qué tienes el nombre del burdel de un juego escrito en tu fiambrera?- pregunté, alzando una ceja. El frunció el ceño.

-Mi vecina Estrella me dio el cambiazo...- murmuró. Yo me reí con ganas al recordar a la joven chica de cabellos azules obsesionada con un juego online llamado “Premonición

-¿Y tú qué?- me dijo Castiel. Saqué un par de bocadillos de la mochila.

-Bocadillo de pavo con tortilla francesa y aguacate, con un toque de sal y aceite- clamé, como si fuera un manjar- Y…- saqué de mi mochila un disco que hizo que el pelirrojo se abalanzara sobre él.

-¿¡“Black Jocker”!? ¡Pero sí Inéz y Drake confirmaron que no sacarían disco hasta dentro de tres meses!- exclamó.

-Tengo mis contactos- dije con suficiencia. Y así pasamos la comida, hablando de juego online, de vecinas locas, y de grupos de música…

2 comentarios:

  1. El profiláctico me ha sonado raro, pero mola esta versión sin censurar ewe

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    1. ya >.< pero no queria usar otra vez la misma palabra, así que use un sinónimo >.< en la próxima dudo que haya escena sin censura, pero puede que en el tercero si :P

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