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Last Assault

sábado, 17 de agosto de 2013

Red Riding Hood [OneShot]




Se que este no es un buen lugar, pero hasta que tenga un blog mejor hecho no tengo otro sitio donde publicarlo.

Bien, este es un pequeño One-Shot que he escrito para la sección de FanFics del juego Corazón de Melon, basado en el cuento de "Caperucita Roja"
Como bien dije en el mensaje del one-shot, debido a la censura del juego no he podido describir con exactitud una escena que quería hacer de una manera determinada. Aquí publicaré la versión sin censurar para todas aquellas que hayáis preferido esto :3 espero que os guste <3 Además, he incluido algo en la escena final de la pelea del lobo y Kentin
¡ADVERTENCIA!
No soy muy experta con estas escenas >.< así que he tomado como ejemplo el modo de narrar del autor George R.R. Martin, escritor de la saga "Canción de Hielo y Fuego", libros que han dado pie a la popular serie "Juego de Tronos"


"No todos los lobos somos seres sedientos de sangre. Algunos, como yo, no somos más que simples humanos que a su muerte, y gracias a su conexión especial con la naturaleza, pudimos reencarnarnos en el animal que deseásemos. En vida nos denominaban “cambiapieles” por nuestra capacidad por adoptar el cuerpo de cualquier ser vivo que deseásemos. Muy pocos, como yo, son capaces no solo de mudar la piel, sino también pueden adoptar una forma híbrida para moverse entre el mundo de los humanos ¿extraño verdad?

Pero no quiero inmiscuirme en esa historia. Como morí siendo humano no es lo que quería contar. Yo quería hablar de mi vida tras mi muerte. De cómo conocí a la única persona que he amado en mi vida, y como la perdí por mi inconsciencia…

Se llamaba Liese Weinmann, una muchachita bonita, de cabellos dorados y cobrizos, y ojos claros. Su sonrisa destilaba tal dulzura que temía que todo lo hermoso en la naturaleza fue eclipsado por ella. La primera vez que la vi estaba en el mercado con una mujer mayor, que le colocaba una caperuza roja sobre los hombros. Yo entonces acababa de entrar en mi cuerpo de lobo tras mi muerte, y ella tendría unos diez años. Unas trenzas doradas y unos ojos azules rebosaban juventud, serenidad e inocencia. Yo solo era un cachorro, y gracias a mi tamaño me podían confundir con un perro callejero. Me había acercado a ella, y con todo el amor del mundo se agachó y me acarició el pelaje. Me tendió un trozo de pan con un poco de queso que degusté agradecido, por lo que le lamí la mano. Ella rió, me colocó una flor en la oreja derecha y se alejó de mi con una risa infantil y contagiosa.

Debido a mi anormal tamaño tuve que abandonar el pueblo. Pero 4 años después tuve suerte de volver a encontrármela. Era un día lluvioso, e iba con la mirada gacha, y las trenzas escondidas tras aquella caperuza roja. Quise ponerme en su camino, pero la habría asustado, así que me limité a seguirla. Se detuvo en el camino a charlar con un cazador, que le advirtió de la presencia de un gran lobo negro de ojos verdes. Si hubiese sido humano me habría reído, puesto que ese lobo no era otro que yo, y en mi vida la habría dañado. Ella asintió y se adentró en un claro cercano al camino, visible a todo el mundo. Allí se agachó, y tras la marcha del cazador rompió a  llorar desesperadamente. Mi alma se encogió al verla de esa manera, y yo sin poder hacer nada. Pero, como si de un milagro se tratase escampó. Tragué saliva al tomar la decisión de mostrarme ante ella, así que adopté mi forma humana y me coloqué la máscara de lobo que usaba para ocultar mi rostro. Me acerqué, corté una flor, y se la tendí:

-No debes llorar…- le susurré. Ella elevó la mirada y me miró extrañada a través de gruesas lágrimas.

-¿Quién eres tú?- fue lo primero que me preguntó.

-Kentin Steinberger ¿y tú?- le pregunté a su vez. Ella sorbió por la nariz y agarró la flor con delicadeza.

-Liese Weinmann…- respondió…

Ahí me contó el por qué de sus lágrimas. Su adorada abuela había enfermado, y ella temía que falleciese. La anime en todo lo que pude, y le prometí que cada día, si así lo deseaba, la acompañaría hasta la casa de su abuela, y de nuevo hasta el pueblo.

Paso un año, y la mujer presentaba mejorías. Cada vez Liese y yo íbamos acercándonos más, ganando confianza. Me contaba sus problemas, y yo los pocos que tenía. Confesé que vivía en el bosque, pero no dije el motivo por miedo a que me temiese. Pero aún así, siempre me sonreía, sin sospechar nada. Me fije que le gustaba leer, y que como marcador usaba aquella flor que le había dado el día que nos conocimos. Pero ella no sabía que yo conservaba aún la flor que puso en mi oreja el día que yo la conocí a ella, años atrás.

Un día, cuando ya tenía los diecisiete años, descubrió mi secreto ¿Cómo os preguntaréis? Muy fácil. No soy el único lobo de los alrededores. Uno día de lluvia iba de camino al encuentro cuando escuché sus gritos. No pude hacer otra cosa que transformarme en bestia en cuanto los escuché. Llegué al prado mucho antes de lo planeado, y allí la vi. Estaba siendo acorralada por otro lobo, más pequeño que yo, y de pelaje alazán. Gruñí levemente, y ella al verme gritó más fuerte aún, pero el lobo, estúpido como ninguno, se lanzó hacia mi cuello. Le esquivé con facilidad y sin darle un minuto de respiro me lancé contra él y le destrocé. Al girarme hacia Liese todavía seguía ahí, temblando de miedo. Me senté sobre mis cuartos traseros y me transforme, dejando por primera vez mi rostro al descubierto. Ella enmudeció, y yo aparté la mirada:

-Adelante, vete…no soy más que un monstruo- murmuré. Pero cuando sentí su suave roce sobre mi piel, y sus labios sobre los míos me sorprendí.

-Gracias…- murmuró, con lágrimas en los ojos-Gracias, gracias, gracias…- repitió, volviéndome a besar. Yo la rodeé con los brazos y la atraje hacia mí- Te quiero...te quiero- murmuró. Yo le devolví el beso, feroz, ansioso, mientras la ayudaba a ponerse de pie.

-Y yo…- murmuré. Miré al cielo y fruncí el ceño- Va a llover un rato…es mejor que nos refugiemos…- la tome de la mano, cogí su cesta, y la llevé conmigo a la cueva donde solía dormir. Encendí un fuego con un poco de madera y cubrí sus hombros con una manta.

-¿Vives aquí?- me preguntó. Yo asentí, evitando mirarla. La lluvia hacia que su ropa se transparentara mostrándome un sujetador oscuro que encendió un instinto animal que me obligué a controlar.

-Cazo lo que puedo, ya que en estos bosques no hay mucho…doy las gracias de poder pescar peces- añadí, como un chiste. Ella rió conmigo y apoyó su cabeza en mi hombro.

-¿Por qué no me lo dijiste?- me preguntó. Yo fruncí el ceño.

-Pensé que me tendrías miedo- murmuré. Ella entrelazó su mano con la mía y me dio un suave beso en los labios.

-Eso nunca- murmuró. Se deshizo de la manta y se sentó a horcajadas sobre mí mientras me besaba. Yo la abracé por la cintura, y junto al fuego nos dejamos llevar.

[Parte retirada en el one-shot]

Sentada sobre mí entrelazó sus dedos en mi enredado cabello, y yo, con algo de torpeza, deshice el lazo de su corsé negro, que lancé a un lado para que no nos estorbara. Ella me quitó la camiseta y acarició con cuidado el pecho, respirando con dificultad. Siguiendo mi instinto, la agarré del cabello e hice su cabeza hacia atrás para besar con delicadeza su cuello. Lamí en la zona de la nuez, arrancando un gemido de su garganta, cosa que me provocó e hizo que me levantase de golpe y la pegase contra la pared de la cueva

-¿Estás segura de esto?- murmuré, quitándole la caperuza roja y dejándola caer a nuestros pies.

-Si, lo estoy...- murmuró, deslizando sus manos por mi pecho hasta llegar a la cadera. La besé con fuerza, y mordí su labio hasta que sentí un sabor metálico y agradable en la lengua. Ella lanzó un gritito de dolor mezclado con placer, y se apretó más a mí, notando mi erección. Como pude me deshice del vestido que cubría su cuerpo, un conjunto de dos piezas, una falda negra y un blusón blanco, y lo tiré junto a la caperuza y el corsé. De sus prendas en ella solo quedaba un conjunto de ropa interior compuesto por un sujetador de encaje negro a juego con un cullote y unos calcetines negros largos, por encima de la rodilla.

Empecé a respirar con dificultad, deslicé mi mano hasta su prenda íntima, y empecé a rozar con levedad los labios, provocando que gimiese un poco. Tragué saliva, totalmente ruborizado y alcé una mano hasta su pecho. Comencé a tocarlo suavemente. Tenía el tamaño justo, ni muy grande, ni muy pequeño. Lo sopesé, apreté débilmente, y con el pulgar rocé el pezón endurecido. Retiré el sujetador y me agaché para besar con suavidad el otro pezón.

-Eres preciosa...- murmuré, totalmente hipnotizado por su cuerpo. Le quité también el cullote para poder tocarla con más intensidad. Temeroso, y tras volver a sus labios para besarla, introduje un dedo en su sexo, haciendo que gimiese con más fuerza- ¿T-te he hecho daño?- murmuré alarmado. Ella negó con la cabeza y me sonrió, instándome a seguir. Besé su cuello mientras subía y bajaba el dedo con suavidad, incluso me atreví e introduje otro más. Notaba la presión en mis pantalones demasiado fuerte y con la mano libre me desabroché el cinturón y me deshice de los pantalones. La apreté contra mí y la escuché gemir cuando mi erección rozó su estómago.

-Hazlo- me instó. Tenía la voz áspera, y llena de deseo. Retiré mi mano de su zona íntima y agarré sus pierna izquierda mientras que con la mano derecha me quitaba los calzoncillos.

La embistí una vez y me separé al escucharla gritar. La mire confuso, sin saber que decir.

-S-soy virgen...- murmuró ella, avergonzada. Yo sonreí y besé su frente.

-Habérmelo dicho, no hubiese ido tan a lo bruto- comenté, separándola con delicadeza de la fría piedra para tumbarla sobre un montón de plumas que usaba de cama.

Lo volví a hacer, esta vez con delicadeza, aún sintiendo la resistencia del himen  De, nuevo, y por tercera vez, lo hice. Fue a la cuarta cuando sentí que se había roto. A partir de ese momento, cada embestida fue más fuerte, más profunda, y nos arrancaba gemidos de placer a ambos. Cada vez que la penetraba sentía una sustancia pegajosa que enlacé con sangre, debido a su olor. Pero ella me decia que no me preocupara, y me instaba a seguir...

En el momento del éxtasis me separé de ella, y sentí sus muslos pegajosos por la sangre y mi semilla, Me levanté a por la manta y, tras taparnos con ella, sentí como se abrazaba desnuda a mi.

-Te quiero Kentin...- susurró. Yo besé su pelo y me embriagué de su aroma.

-Y yo...- fue mi respuesta...

[Fin de la parte censurada]

Nos despertamos a la mañana siguiente, y la acompañé hasta la casa de su abuela, que preocupada le preguntó que había pasado. Yo por supuesto me mantuve fuera todo el tiempo, pero escuché como ella le dijo que había llovido y se había resguardado en una cueva en mitad del camino…

Pasó el tiempo, y pronto cumplió 18 años. Todos los días nos veíamos y todos los días la acompañaba hasta la casa de su abuela. Pero durante una semana no nos encontramos, por lo que viaje hasta su pueblo para saber que le ocurría. Al encontrarnos, yo con mi forma humana, ella enteramente de negro, me confesó que su abuela había fallecido la semana anterior. Y ahí, en mitad de la plaza del pueblo, se abrazó a mí y lloró desconsoladamente…

Se trasladó a vivir a casa de su abuela, y me pidió que fuese con ella, invitación que acepté. La verdad es que la amaba tanto que no me importaba nada. Saber que cada noche la tendría entre mis brazos, besándola, abrazándola…eso era lo que quería.

Y así empezamos a vivir juntos. Yo me dedicaba a cazar animales pequeños para las comidas y ella iba al pueblo a comprar el resto de alimentos que yo no podía conseguir en los bosques, como la leche, los huevos, frutas y verduras. Pero como toda felicidad dura poco, la nuestra no fue una excepción.

Uno de los días en los que estaba cazando, vi pasar a unos cazadores a paso rápido:

-¿Estás seguro de eso?- preguntó uno.

-Sí, el lobo se dirigía a la casa de Liese Weinmann- esas palabras que le respondió el otro paralizaron mi corazón. Dejé a un lado el conejo que acababa de cazar y me lancé en pos de los cazadores, pero ocultándome de ellos. Gracias a mi velocidad, pude llegar antes de lo previsto.

La puerta estaba rota, y un gruñido áspero y fuerte surgía del interior. Me metí en la casa furioso, y vi a un lobo algo más pequeño que yo, de pelaje negro, gruñendo a Liese. La chica se agarraba el brazo con un paño empapado de un líquido rojo, su sangre. Sus ojos se abrieron con sorpresa y esperanza al verme:

-¡Ten cuidado Kentin!- exclamó. El otro lobo se giró hacia mí con sus ojos dorados, y sin pensármelo me lancé contra él. Rodamos por el suelo, lanzándonos mordiscos el uno al otro, salpicando el suelo de nuestro hogar con manchas escarlatas. Sin pensármelo dos veces, y aprovechando una distracción suya con la sangre, le mordí con tanta fuerza en el cuello que acabé con su vida. Deje el cuerpo decapitado a un lado y, jadeando, me acerqué a mi amada, cojeando con una herida en la pata…y sentí el fuego abrasando mi muslo.

-¡¡DISPARA, DISPARA!!- exclamaba una voz.

-¡¡NO POR FAVOR!!- ¿aquella era Liese? ¿o eran imaginaciones mías? Avancé otra vez, y de nuevo, sentí el fuego abrasándome, pero tras ello, y tras ver el rostro lleno de lágrima de Liese, oscuridad…


Te quiero…”…creo que, antes de que los cazadores acabasen con mi vida, ese fue el último pensamiento que no pude expresarle con claridad..."

5 comentarios:

  1. Anya here~

    QUE PRECIOSO T_T Ya lo había leído, pero ahora he leido lo pornoso. KSJDLAJKLD.

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    1. Me alegra de que te gustase <3 estoy escribiendo una versión de Cenicienta y creo que también hare una versión sin censura xD

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  2. (Aquí a8c desde la cuenta de mi hermana...)

    Las letras de tu blog se mueven cuando bajo...OxO

    ¡Viva lo pornoso! (Indirecta para Ceni ;) ) Esta parte sin censura me ha gustado más...Es menos "romance puro y casto" XD

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    1. Para Ceni va a haber mas, solo te aviso XD no solo será con un chico, con eso digo todo :P me alegro de que te gustase <3

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  3. Aquí Mimi :3

    *O* sin censuraaaaaa! Te ha quedado muy bien e.e y de nuevo he soltado la lagrimilla con el final ;_;

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